«El deporte no solo fortalece fisicamente a los niños, sino también su mente, nutriendo su bienestar mental y emocional».
La práctica del deporte es fundamental para el desarrollo integral de los niños. No solo les proporciona beneficios físicos evidentes, como una mejor salud cardiovascular, desarrollo muscular y coordinación motriz, sino que también tiene gran impacto en su bienestar psicológico y social.
En primer lugar, el deporte promueve un estilo de vida activo, lo que ayuda a prevenir enfermedades relacionadas con el sedentarismo, como la obesidad y la diabetes tipo 2. Además, al participar en actividades deportivas, los niños aprenden a establecer metas, a trabajar en equipo y a desarrollar habilidades de liderazgo y comunicación. Estas habilidades sociales son fundamentales para su éxito en la vida adulta, tanto en el ámbito personal como profesional.
Además, el deporte también es una poderosa herramienta para el desarrollo emocional. A través de él, se aprende a manejar el estrés y la presión, a gestionar la frustración y a desarrollar la resiliencia frente a la derrota. A través del deporte, los niños aprenden a valorar el esfuerzo, la disciplina y la perseverancia, cualidades que les serán útiles en todas las áreas de su vida.
Crear el hábito de practicar deporte desde pequeños es crucial para aprovechar al máximo estos beneficios. Es importante que los niños vean el deporte como algo divertido y estimulante, no como una obligación. Por ello, es fundamental que las actividades deportivas se adapten a sus intereses y habilidades, y que se fomente un ambiente de juego y diversión.
Qué beneficios psicológicos tiene el deporte
Las ventajas psicológicas de hacer deporte han sido estudiadas y avaladas por numerosos estudios. Entre todos los beneficios que podemos encontrar destacamos:
Integración de reglas. Las normas en el deporte se enseñan de manera diferente, ya que la propia actividad permite que los niños puedan ver muy claramente donde están los límites (las reglas del juego) y las consecuencias de no respetarlos se viven de primera mano.
Pablo juega al ajedrez desde los 8 años. En este juego, las reglas son claras y precisas. Si comete un error, como mover una pieza incorrectamente, pierde la partida. A través de esta experiencia, Pablo aprende la importancia de seguir las reglas y comprende las consecuencias de no respetarlas.
Mejora emocional. Las endorfinas que se liberan hacen sentirse al niño más feliz y positivo consigo mismo (mejora la autoestima).
Laura participa en clases de ballet desde los 6 años. Después de cada sesión, se siente feliz y satisfecha. La actividad física intensa libera endorfinas en su cuerpo, lo que le proporciona una sensación de bienestar y eleva su estado de ánimo. Como resultado, Laura se siente más positiva consigo misma y con su entorno.
Disciplina, dedicación y determinación. Hacer deporte ayuda a desarrollar las habilidades de conformidad y adherencia, es decir, el grado en el que el niño se compromete y cumple los objetivos que se ha propuesto.
Habilidades que tendrán un efecto positivo en el futuro del niño. Carlos compite en natación desde los 10 años. Para mejorar sus habilidades, debe seguir un riguroso plan de entrenamiento, cumplir con horarios y metas establecidas. A través de la natación, Carlos aprende la importancia de la disciplina y la dedicación para alcanzar sus objetivos, habilidades que le serán útiles en su vida académica y profesional.
Canalizar la energía. Esta actividad permite a los niños a desfogarse y así frenar los comportamientos impulsivos en otro tipo de contextos. Reduce la ansiedad.
Ana tiene 7 años y es muy enérgica. Sus padres la inscriben en clases de karate, donde aprende a canalizar su energía de manera positiva. A través de la práctica regular del karate, Ana aprende a controlar sus impulsos y a gestionar su energía de manera productiva, lo que reduce su ansiedad y mejora su comportamiento en otros contextos.
Aumento de la capacidad de aprendizaje. Estudios demuestran que al hacer ejercicio el cerebro produce más neuronas y conexiones entre ellas (neurogénesis) por lo que aumenta su capacidad de toma de decisiones, pensamiento y aprendizaje.
Mateo practica atletismo desde los 9 años. Estudios han demostrado que el ejercicio aeróbico, como correr, aumenta la neurogénesis en el cerebro, lo que significa que se generan nuevas neuronas y conexiones entre ellas. Como resultado, Mateo experimenta una mejora en su capacidad de aprendizaje, toma de decisiones y pensamiento crítico.
Mejora del rendimiento académico. La actividad física tiene influencia directa con la concentración y por tanto en la mejora del rendimiento académico de los niños. Cuanto mejor sea la condición física, la concentración en el aula será mayor. de la siguiente manera: la actividad física influye sobre la fuerza muscular, la capacidad cardiorrespiratoria y la habilidad motora, y esto interviene en la transmisión cognitiva, la memoria de trabajo y la flexibilidad cognitiva, mejorando el rendimiento académico.
Sofía participa en clases de yoga desde los 7 años. La práctica regular del yoga mejora su condición física y su capacidad de concentración. Como resultado, Sofía experimenta una mejora en su rendimiento académico, ya que puede concentrarse mejor en clase y retener información con mayor facilidad.
Para que el deporte sea beneficioso…
La elección del deporte debe ser una decisión tomada por el niño, en lugar de ser impuesta por los padres. Permitir que los niños elijan el deporte que desean practicar les otorga autonomía y empoderamiento sobre su propia vida. Esto les motiva y compromete más con la actividad física, al participar en algo que han seleccionado por sí mismos.
Cada niño tiene intereses y pasiones únicas. Al permitirles elegir su deporte, se les brinda la oportunidad de explorar y desarrollar estas áreas de interés. Por ejemplo, un niño que ama el agua puede optar por la natación, mientras que otro que disfruta corriendo puede elegir el atletismo. Al seguir sus pasiones, los niños están más inclinados a comprometerse y disfrutar de la actividad física.
La elección del deporte también contribuye al desarrollo de la identidad del niño. Les ayuda a descubrir sus fortalezas, intereses y habilidades únicas, fomentando así una mayor confianza en sí mismos y una mayor autoestima.
Cuando los niños eligen su propio deporte, están más comprometidos con seguir practicándolo a largo plazo. Esto se debe a que están motivados intrínsecamente, haciendo algo por el simple placer de hacerlo, en lugar de hacerlo por la presión externa de los padres.
Permitir que los niños elijan el deporte que desean practicar les brinda la oportunidad de disfrutar plenamente de la actividad y comprometerse con ella a largo plazo. Esto les permite experimentar los beneficios físicos, sociales y mentales de manera más completa y positiva, garantizando así una experiencia deportiva más gratificante y enriquecedora.