«Es importante que eduquemos las emociones y los sentimientos de los más pequeños».
Las emociones nos proporcionan la información esencial para navegar nuestro entorno. Por ejemplo, sentimos alegría cuando ocurre algo positivo y tristeza cuando sucede lo contrario.
Además, las emociones funcionan como un sistema de alarma que se activa ante cambios en nuestro entorno, actuando como un recurso adaptativo que desencadena respuestas según sea necesario. Por ejemplo, el miedo surge ante una situación de peligro.
Es importante entender que, hasta los seis años, el cerebro de un niño no está lo suficientemente desarrollado para regular sus emociones. Para que los niños sean hábiles en el manejo de sus estados emocionales, reduciendo las emociones negativas y potenciando las positivas, es crucial que los padres les proporcionen una educación emocional adecuada.
En cuanto a los sentimientos, estos son la evaluación consciente y subjetiva de las emociones. Por lo tanto, pueden educarse de la misma manera que educamos las emociones.
Qué es necesario para educar las emociones y sentimientos
1.- Gestionar y reconocer nuestras propias emociones como padres. Debemos ver cómo nos sentimos ante el comportamiento de nuestros hijos y sus emociones y saber lidiar con ello. Tendemos sin darnos cuenta a no dejar que los niños expresen ciertas emociones, pensando que si lo hacen son unos desobedientes, contestones, llorones, miedosos. A veces tenemos una expectativa de cómo debe ser el niño y cuando nuestro hijo se separa de ese ideal nos sentimos frustrados.
2.- Poniéndonos a su altura y mirándole a los ojos debemos ayudarle a que se calme. Buscar el contacto físico, pero sin tratar de reprimir su sentimiento u emoción.
3.- Etiquetar las emociones. Preguntarle qué le pasa llamando por su nombre a la emoción. Por ejemplo: “¿Qué te pasa, estas enfadado, triste o tienes miedo? Dotando a los niños del vocabulario emocional necesario para que identifiquen cómo se sienten
4.- Ayudarle a ver la situación desde otros puntos de vista y ofrecerle ayuda. Dar recursos al niño es trasmitirle que puede hacer algo con aquello que le pasa, que eso que haga puede suavizar en gran medida aquello que siente. Por ejemplo: Entiendo que estés enfadado, pero ¿Sabes lo que pasa?…, ¿Quieres que te ayude a sentirte mejor?
5.- Estimular la adquisición habilidades sociales tan importantes como la empatía, es decir, que sean capaces de ponerse en el lugar del otro, reconocer y aceptar sus diferencias físicas, culturales o emocionales. Ayudando al niño a relacionar expresiones corporales y gestos con las emociones,
6.- Trabajar el autocontrol. La capacidad de manejar emociones fuertes y no dejarse arrastrar por el primer impulso
7.- Ayudar al niño a encontrar sus propios recursos, haciéndole preguntas para que pueda reflexionar sobre cómo actuar en determinadas situaciones